Diario de Anubitar el Vigilante (I). La corte de los exiliados.

 

Anubitar el Vigilante, psicomante de la Dinastía del Sol, se presentó en la corte del Rey Vasallo Sethyr, las Fauces de la Serpiente, Soberano de los Ahmet, portando los regalos y los buenos deseos del Gran Rey Proteus. El protocolo necrón dictaba que se hiciesen ofrendas y Anubitar era muy riguroso con el protocolo. El viejo cryptek había llegado a la corte de Sethyr, Phaeron de la Dinastía Ahmet, para ponerse a su servicio. Un mero intercambio de crypteks que los Cónclaves Tecnológicos solían llevar a cabo para beneficio del Imperio Infinito. Pero la corte estaba inquieta, y el motivo de la inquietud se encontraba en el planeta Prandium.

Aunque Prandium no formaba parte de los territorios del Rey Sethyr, su dinastía Ahmet había instalado allí una pequeña colonia de exiliados durante las Guerras de Secesión. Sethyr no se sentía orgulloso de este lugar pues, como todos los necrones sabían, un lugar tan remoto solo servía para alojar a prisioneros políticos y a los enemigos del rey: una cripta para los indeseables y los desterrados.

Y eso era de interés para Anubitar, el más selecto de los psicomantes de Solaris, encargado de estudiar la psique necrontyr y las desviaciones que su raza había estado sufriendo desde los tiempos de Llandu’gor. Así pues y, con el permiso del rey, Anubitar reunió a los más selectos de sus guardaespaldas, y se dirigió a Prandium para investigar qué estaba sucediendo.

Aparentemente, las razas mortales habían encontrado la entrada de la cripta y se habían estado batiendo por su control. Pobres desgraciados. Oculto por un velo de sombras ante los sensores y las miradas de estas razas poco evolucionadas, Anubitar entró en la cripta y trató de reunirse con la corte de los exiliados. No puedo encontrar a uno solo.

En su lugar, encontró a una fuerza de infiltración que los Ultramarines, liderados por el capellán Palinus Phorian, habían despachado en el planeta a fin de destruir los pilones necrones que mantenían oculta a la instalación y cuyas angulosas aristas interferían en las comunicaciones y las corrientes disformes. Anubitar se mantuvo oculto cuando fueron los Ultramarines los que despertaron a la cripta. Afectados por el vicioso mal de Llandu’gor, el Desollado, todos los necrontyr enviados a este lugar habían sucumbido a la enfermedad final: se habían convertido en monstruos a ojos de todos, intercambiado sus antaño perfectas formas por afiladas extremidades en forma de garras. Y donde antes gozaban de los placeres de la corte, viajando y leyendo, ahora se arrojaban contra los vivos intentando respirar su aire y consumir su carne. La corte de los exiliados era ahora vasalla de Llandu’gor.

El c'tan Llandugor maldijo a los necrones con el virus desollador.
Ahora estos buscan víctimas con las que alimentarse.


Los Ultramarines abrieron las puertas al infierno, y los demonios desollados se arrojaron sobre ellos. Antes de llegar a cumplir su misión de demolición, los marines espaciales fueron pasados a cuchillo. Una armadura táctica dreadnought consiguió resistir unos instantes antes de que la marea de garras se lanzase sobre ella y destrozase cables, ceramita y… carne. Los marines de asalto se arrojaron contra la hueste infectada, pero solo consiguieron perecer bajo sus garras o huir mientras el capellán ultramarine, al mando de la fuerza, se veía rodeado por los monstruos.

Palinus Phorian pereció allí. Y mientras su piel era desollada y su cuerpo desembrado, consiguió activar los últimos explosivos que lograron, al menos, derribar uno de los pilones necrones y completar, parcialmente, la misión de los Ultramarines. La cripta estaba expuesta.

Mientras esto sucedía, los desolladores entraron en un frenesí despiadado. Acabada la carne orgánica, detectaron la presencia de Anubitar, y empezaron a aproximarse a él con gesto asesino. Los primeros desolladores no tuvieron oportunidad de tocar al cryptek, pues la escolta de inmortales se interpuso en su camino y barrió con fuego gauss a los monstruos.

En ese momento y, por fortuna para Anubitar, un nuevo agente apareció en juego. Al derribarse el pilón, las fuerzas tau que orbitaban el planeta habían logrado detectar la presencia de la cripta y no tardó en aparecer una minúscula fuerza de exploración en las puertas. Era la brigada Lewa’sel, una unidad especialista en la recuperación de reliquias y artefactos para el diseño de nuevas tecnologías. Se trataba de unos pocos rastreadores francotiradores y drones, así como una fuerza de respuesta rápida de armaduras crisis. El comandante Shas’keton’un lideraba el grupo.


Al adentrarse en la cripta, el equipo Lewa'sel no sabía lo que encontraría. 
Los desolladores les esperaban. 

Los desolladores celebraron la aparición, teniendo ante ellos nueva carne orgánica que consumir. Dejaron atrás al cryptek y se arrojaron violentamente contra los tau. Fue otra carnicería: pese a la avanzada tecnología de la joven raza, el frenesí desollador en el que se encontraban los necrones impidió cualquier otro desenlace que no fuese sangre y vísceras.

Pese a que solo entraron con el propósito de analizar la entrada de la cripta y llegar, al menos, a registrar su atrio, no lograron sobrevivir. Los desolladores apuñalaron a las armaduras crisis y a los rastreadores y francotiradores. Los drones intentaron interponerse entre los monstruos y los tau, pero también ellos terminaron reducidos a chatarra inservible. El comandante tau Shas’keton’un disparó su arma una y otra vez, pero era inútil: por muchos horrores que destruyese, otros ocupaban su lugar. Y mientras destruía a unos… otros se autorreparaban.

Tras la carnicería, y la precipitada huida de los tau restantes, los desolladores volvieron a fijarse en Anubitar y su escolta. Y esta vez no dieron margen para la retirada. Saltaron contra los inmortales y acabaron con más de la mitad mientras Anubitar, que había tomado cuantos datos necesitaba, ordenaba retirada. Haciendo un complicado gesto con las manos, que activaba las misteriosas energías del Velo de la Oscuridad, el cryptek abrió un portal dimensional y trasladó a su escolta de nuevo hasta la corte del Rey Sethyr.

El mensaje para el rey era rotundo: Prandium estaba infestado. La corte de los exiliados perdida. El planeta debía ser purgado. La infección, contenida.

Y Anubitar era el candidato perfecto para ello.


Szarekh ascendant.
Solaris ascendant.
Saguardia ascendant. 

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