La paleta de Narmer (VII). Un nuevo monolito.

 Estimados phaerons y phaeronas. 

En esta nueva entrada de La paleta de Narmer, se celebra una considerable victoria en el campo de batalla del modelismo. Por fin, después de más de dos años mirándome desde la mesa de pintura, he podido darle los toques finales a una miniatura que es, en verdad, una pieza central del ejército necrón. 

Lo de miniatura... es cuestionable.


El poderoso monolito, el orgullo bélico de cualquier dinastía necrona, ha llegado a su fin. Y reconozco que el meta de Hipercripta ha sido, en gran medida, responsable de mi motivación para acabarlo. Hay que disfrutarlo un poco antes de que vuelva al pozo en el que a GW le gusta dejar a los monolitos. Es el primero que pinto de la nueva versión que salió hace unos años, por lo que se une a la extensa colección con el propósito de no ser el último. Habrá que hacer dos más, claro está. Pero los siguientes irán con un esquema algo más simplificado, pues este ha costado lo suyo. Ha superado los 3-4 meses de trabajo totales, pero ha merecido la pena. 





Me encanta el olor a látigo de partículas por la mañana.


Ha sido, además, de las pocas miniaturas a las que he concedido el deshonor de ser pintadas en piezas, cosa que no suelo hacer prácticamente nunca. Es cierto que tiene demasiados recovecos a los que habría sido imposible llegar una vez montado. Y, además, pesa lo suyo. 


Que emerjan las Legiones del Sol por su puerta de la eternidad. 

Con lo cual, finalizado ya este proyecto, puedo pasar a otros más pequeños y sencillos con los que continuar expandiendo el Imperio Infinito.

Espero que os guste.

¡Solaris Sol Inmortalis! 

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